Tú, mi sueño (parte 1)
En otoño las temperaturas comienzan a descender y
los días son más frescos. No obstante, este día en que las hojas cambiaban de
color sabía que iba a prometer, pero no me podría llegar a imaginar hasta qué
punto. Este día cambiaria mi vida para siempre. A las 16 horas, mi amiga Manuela
y yo, estábamos nerviosas a punto de entrar en el Hotel The Seasons de Londres.
Había escogido un vestido de color negro con flores por la parte de arriba. El
zapato era con poco tacón ya que él es más bajito que yo. O igual. Pero en
aquel momento yo aún no lo sabía.
Entramos.
Nuestras miradas se cruzaron a lo lejos y en mi
interior un tsunami me recorrió todo el cuerpo. De arriba abajo. De abajo
arriba. Nada de mariposas en el estómago. Mil abejas me recorrieron cada rincón
de mi cuerpo. Me quedé paralizada. Mis ojos no se podían apartar de los suyos.
Nuestra mirada se quedó pegada. ¿Quién era él?
¡Mariana, Mariana!
Me llamó Manuela.
Volví a la tierra. Volví a ser consciente. Nuestras
miradas se convirtieron en una sonrisa y bajé la mirada sonrojada. Mi amiga y
yo empezamos a caminar hacia recepción.
¡Hi! Buenas
tardes. Les entregué mi documentación sin decir nada más. Sala Dos, The Roses. Muchas gracias.
Mi mente no podía dejar de pensar en sus ojos
mirándome fijamente desde lejos. Las abejas aun recorrían mi cuerpo. Ahora ya más
tranquilas, pero al pensarlo se animaban otra vez. Estaba a punto de llegar la
primavera y comenzaban a florecer las plantas.
Qué bonita
decoración. Qué bonito hotel. Mi amiga lo encontraba todo
muy bonito. Yo, estaba en las nubes y le contestaba si, si, muy bonito… pero
si me hubiese dicho que qué me estaba diciendo no le hubiese sabido contestar. Caminaba
flotando. Me sentía que estaba renaciendo, renovando, floreciendo… ¿estaría polinizada
y reaparecía mi color?
¿Quién era él?
Llegamos a la sala. Ya estaba llena. Fuimos las
ultimas en llegar. Nuestro hotel estaba justo al lado y supongo que por esto
fuimos más justas. Sólo teníamos que caminar unos 100 metros.
Firmamos unas hojas de cláusulas de confidencialidad.
Estábamos en la presentación de unos productos de belleza que serían después pioneros
y referentes y querían asegurarse que no saldría nada a la luz en aquel
momento.
Las abejas se volvieron locas cuando él apareció en
la sala. Unas abejas que no me abandonarán jamás. Ya había llegado verano. Altas
temperaturas y días largos. Se puso a presentar el evento, no obstante mi mente
estaba nublada y no escuchaba nada. Solo lo miraba. Y él, también, me encontró.
Nuestras miradas eran cada vez más seguidas. A mí no me hacía falta disimular. A
él, sí. Pero era todo un profesional. Cuando nos mirábamos le costaba apartar
su mirada de mí. Las altas temperaturas provocan un agotamiento y se aconseja
siempre beber mucha agua.
Continuó el evento. Nuestras miradas se encontraron
de nuevo y nos acercamos lentamente hasta darnos dos besos. En este momento, una
tormenta de relámpagos, truenos… salieron por nuestras mejillas al tocarnos.
Tormenta eléctrica por fuera. Abejas locas por dentro mientras me susurraba al
oído; Quiero conocerte, Mariana. No sé
si fue la primera parte (quiero conocerte)
o la segunda (Mariana) que me dejó
paralizada. A lo mejor la segunda. No. La primera. Mm… no lo sé. Creo que a
partes iguales. La primera por el significado, y la segunda ¿cómo?, ¿Sabe mi
nombre?, ¿Sabe que soy yo la que se llama así?... y él, ¿Quién era? Le respondí
que me encantaría. Será todo un placer.
Las abejas se volvieron aún más locas porque estaba llegando el invierno. Temperaturas
bajas, incluso con heladas y nieve. Tenía mucho frio y… desperté.
¿Quién era él?
¿Por qué habrán cambiado la hora esta noche?
Coral ·💋
*
Comentarios
Publicar un comentario